Cuando terminaron los motivos para sonreír... y ser fuerte. El ataúd de tu imagen, inmóvil, inexpresiva, pálida y caída. Tu propio asesinato de risas y locura. Tu plenitud muerta.
…triste, en pausa, congelada. Eres nadie, pero sigues cayendo.
Y dormir... para EVITAR.
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